¿Tienes un perro que ladra mucho cuando no le das lo que quiere? La frustración puede hacer que lloriquee sin parar o ladre de forma insistente.
Si es así en este artículo vas a aprender más sobre la frustración. Pero no solo eso, también cómo poder ayudar a tu mejor amigo a gestionarla de forma saludable.
Todos queremos mucho a nuestros perros y les daríamos lo mejor, pero en la vida no siempre se puede conseguir aquello que se desea. Debemos enseñarle a nuestra mascota a llevar bien esta situación para mejorar su gestión de las emociones.
Darle siempre aquello que quiere de forma inmediata para que no se frustre no es una buena estrategia a largo plazo. Lo único que estamos potenciando es que en un futuro gestione mal la frustración.
Índice
Frustración, perros y niños
Hay que tener muy presente que la frustración forma parte de la vida.
Antes o después cualquier perro la va a experimentar, y cuando esto suceda lo conveniente es que sepa gestionarla. Sino será un problema para nuestro can y para nosotros debido a la forma en la que se comportará.
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Todos conocemos a algún niño o adolescente al que sus padres y otros familiares le han dado todo lo que quería. Esto sucede con más frecuencia en el caso de padres que han tenido carencias materiales siendo jóvenes.
Como no quieren que sus hijos pasen por lo mismo y sufran, les dan todo aquello que desean.
Si hacemos esto de forma repetida, con el paso del tiempo el niño cada vez se hace más demandante e impulsivo. Y no tolerará un «Ahora no» por respuesta, lo quiere todo y lo quiere ya. Es decir, hemos potenciado lo contrario a una correcta gestión de la frustración.
¿Esto es un problema?
Sin lugar a dudas, porque una cosa es que a nuestro hijo le demos todo lo que quiere mientras vive con nosotros y otra cosa es la vida real. Cuando se emancipe de casa o esté en el trabajo no todo el mundo va a ceder a sus demandas.
Es entonces cuando aparecerá la incorrecta gestión de la frustración. Y las formas de comportarse que tienen lugar en esos casos son de todo menos adecuadas.
Por tanto estamos cometiendo un error al educar sin trabajar la frustración como punto fundamental. No le hemos hecho ningún favor a nuestro hijo ya que será una persona que no sabrá comportarse cuando no obtenga aquello que quiere.
Y con los perros sucede exactamente lo mismo.
Definamos la frustración
Pero nos vamos a remontar al principio de todo, ¿qué es la frustración?
Sencillamente es una expectativa no cumplida.
Es decir, que el perro prevé conseguir algún objetivo y finalmente esto no sucede. Esto es algo que ocurre todos los días; ahí radica la importancia de saberlo llevar bien.
Inconscientemente muchas personas hacen un trabajo totalmente contrario a la gestión saludable de esta emoción. Todo aquello que quiere el animal se le acaba dando.
Por ejemplo, si quiere comer algo de lo que estamos comiendo y nos mira con cara de pena se lo damos. Si ladra porque quiere que le tiremos la pelota al primer ladrido ya se la estamos tirando de nuevo. En el caso de que lo que desee sea salir a la calle, cuando nos viene a despertar a la cama inmediatamente nos vestimos y salimos con él.
Como hemos dicho anteriormente, si hacemos esto a diario y en diferentes situaciones al final nuestro perro aprende a ser impaciente. Esta es la consecuencia de conseguir las cosas bajo demanda.
El problema aparece cuando su expectativa no se acaba satisfaciendo.
La importancia de la educación
¿Qué pasa el día que nuestra mascota nos pide de la mesa y no le damos comida?
Lo más probable es que entonces pase de mirarnos con cara de pena a lloriquear. Y si no le funciona es probable que nos rasque con la pata. Y si con esto no obtiene resultados entonces seguramente ladrará, y cada vez lo hará más y más tiempo.
Es decir, el día que no consigue su objetivo mental de forma inmediata no lo gestiona. Y lo malo no es negarle el que obtenga ciertas cosas, sino no haberle enseñado que en esta vida no se puede obtener cualquier cosa que se desee.
Y aunque no nos importe que nos ladre en casa para pedir es muy probable que en otros lugares sí que nos resulte incómodo.
Por ejemplo en casa de unos amigos o en nuestra propia casa cuando vienen visitas.
Otro lugar podría ser una cafetería, donde los ladridos continuos provocarán que al final te tengas que ir de allí por la presión social. Y lo más probable es que finalmente optes por no ir con tu perro para evitar problemas.
¿Cuáles son las consecuencias de la frustración mal gestionada?
La frustración gestionada de una forma incorrecta puede derivar en ansiedad o agresividad. Por norma general es causa de reacciones desproporcionadas.
Un ejemplo sería un perro que al no poder llegar a saludar a otro can durante el paseo empieza a ladrar en algunas ocasiones. Esta es la posible consecuencia de no gestionar la frustración.
Pero realmente el problema podría ser futuro, ya que esta mala gestión podría derivar en reactividad. Finalmente pasaría a engrosar la lista de perros reactivos y todo por no haber trabajado la frustración en etapas tempranas.
Aunque, como hemos apuntado antes, la frustración puede acabar en problemas de agresividad.
A un perro que siempre ha conseguido lo que quiere, en el momento que le impedimos realizar una determinada acción nos podría agredir. No es capaz de asumir que no va a ser posible lograr algo esta vez, y como respuesta agrede.
Es conveniente recalcar que los canes muy impulsivos y nerviosos, ya sea por genética o por haberlo potenciado, es más probable que gestionen mal no conseguir sus objetivos.
Con estos individuos es especialmente importante trabajar su frustración, estabilidad emocional y autocontrol. Así evitaremos los problemas anteriormente comentados.
Cómo trabajar la frustración
Lo primero es recordar de nuevo que la frustración es el incumplimiento de una expectativa.
Teniendo esto en mente, pasamos a ver trabajos interesantes para revertir o evitar los problemas relacionados con la frustración.
El primero es el trabajo de olfato, ya que mejora la correcta gestión.
Cuando un perro busca comida en el suelo la expectativa de encontrarla va desapareciendo poco a poco. No se corta de forma brusca, que es lo que suele provocar reacciones desproporcionadas.
Así que anotad los trabajos de olfato como una buena herramienta para trabajar la gestión de la frustración.
Otra forma es haciendo que nuestro compañero canino experimente frustración en diferentes situaciones.
Por ejemplo, en el paseo no siempre le dejaremos acceder a otros perros para que los salude y juegue con ellos. O si nos pide comida mientras estamos comiendo no le daremos. O en el caso de ponerle comida apetitosa en su bol haremos que se espere y que coma pasados unos minutos.
En todas estas situaciones vemos que en algunas ocasiones impediremos que haga aquello que quiere y en otras le haremos esperar. En ambas situaciones la frustración estará presente, por tanto a través de estos sencillos ejercicios mejoraremos su tolerancia a la frustración.
Es muy importante ir incrementando de forma gradual la dificultad del ejercicio.
Por ejemplo, en el paseo no le impediremos llegar a saludar a su mejor amigo al principio porque no lo gestionará. Empezaremos con otros perros que no conoce o que solo ha visto alguna vez.
De esta forma le resultará más fácil, y de manera gradual iremos complicando la situación.
Una tercera opción es utilizar el NO informativo. En situaciones en las que no queramos que realice una acción podemos utilizarlo para indicarle que abandone el comportamiento.
Otros puntos a tener en cuenta
Estos trabajos para la frustración son interesantes porque mejoran la tolerancia a la misma, pero son especialmente importantes en cachorros.
Ya vimos que los cachorros también pueden tener problemas de reactividad. Así que es conveniente trabajar sobre la frustración con cachorros para evitar problemas más adelante.
Y aunque debido a un buen trabajo nuestro perro adulto sepa gestionar la frustración, recomendamos seguir trabajándola. Algunas veces no le dejaremos obtener aquello que quiere y otras veces sí pero a través del autocontrol y de forma tranquila.
Mantener un balance entre uno y otro es muy importante.
Como resumen podemos decir que si un perro experimenta frustración y la gestiona bien, esta no deriva nunca en problemas. La frustración en sí no es problemática, sino la gestión incorrecta de la misma.
Nuestro mejor amigo en ocasiones tendrá la expectativa de conseguir algo. Pero gracias a un buen trabajo previo si al final no puede obtenerlo será capaz de aceptarlo y volver a la calma.